jueves, 20 de octubre de 2016

Ciudad Cúpula

Ciudad Cúpula se construyó en los terrenos llanos al suroeste de la ciudad de Cuenca, al borde de las últimas estribaciones occidentales de la serranía del mismo nombre, y a quince kilómetros a vuelo de pájaro del extraño paraje de la Ciudad Encantada. Enormes masas de tierra fueron removidas, las rocas desplazadas y horadadas, el agua reconducida. La construcción se llevó por delante el pueblecito de Villar de Olalla, varias colinas cubiertas por encinares de encina carrasca, y un buen puñado de pequeños olivares y viñedos. 


La ciudad empezó a construirse en septiembre del 2032 menos de seis meses después de que comenzasen los disturbios y la violencia del Desastre, justo cuando la espiral de autodestrucción empezaba a ganar impulso. El Gobierno español se mostró encantado con la propuesta de la Tyrell-Tagaca Corporation, sobre todo teniendo en cuenta que la compañía corría con todos los gastos.

Era una ciudad de diseño radial. Sobre los meandros del río Júcar, un círculo casi perfecto de siete kilómetros de diámetro, 22 km de perímetro y 38,5 km2 de superficie. Cemento, hormigón, acero, fibra de carbono y diamante sintético, que se reveló como un excelente material de construcción, resistente y barato de fabricar. La disposición circular era elegante a la vez que funcional, permitía que la ciudad operase con un mínimo de energía, facilitaba el transporte y conseguía la integración total de edificios y jardines.


El centro del círculo lo ocupaba el corazón de la ciudad. Allí se encontraban los módulos centrales de control de los sistemas cibernéticos que regulaban el funcionamiento de la urbe. Un buen númeroe de las construcciones de esta parte de la ciudad estaban diseñadas en forma de cúpulas geodésicas, unas completamente cerradas y otras abiertas, basadas en los diseños de Richard Buckminster Fuller. Este diseño de cúpulas fue lo que le dio nombre a la urbe de nuevo cuño. Paseos arbolados, pasos elevados con galerías acristaladas y raíles subterráneos unían unos domos con otros.
De la parte central partían, en forma de radios, ocho grandes avenidas que cruzaban la ciudad hasta el borde. Siete de esas avenidas llevaban el nombre de una de las siete colinas sobre las que, según la mitología, se fundó la ciudad de Roma. La octava era la Avenida Odiseo.
Desde el centro hacia afuera, los sucesivos círculos de la metrópolis estaban formados por el anillo cultural y de ocio, los centros de investigación y computación, el cinturón verde, el anillo residencial entretejido entre los jardines, el anillo energético, con la total ausencia de combustibles fósiles y radioisótopos, el cinturón agrícola e industrial y el perímetro defensivo.
En el subsuelo, siguiendo el mismo esquema radial y circular de las calles y avenidas, se abrían paso las canalizaciones para el alcantarillado, distribución de agua, calefacción, aire acondicionado y cableado eléctrico. También vías rápidas, túneles de comunicación entre los domos más importantes y varios grandes búnkeres subterráneos. Aunque sólo unos pocos habitantes de Ciudad Cúpula sabían de la existencia de estos últimos.
En ninguna parte de la ciudad había templos religiosos de confesión alguna. Ulises nunca los consideró necesarios en sus diseños y planos. Nadie los solicitó.
—Preciosa mía —dijo Ulises Tyrell—. Eres la primera, pero no serás la última. Como una flor surgiendo del fango, eres una de las magníficas criaturas de este Ragnarök que estamos viviendo.
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Las coordenadas geográficas del centro de la ciudad son las siguientes:
40º 01’ 29.6” Norte
2º 12’ 37.7” Oeste

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Extracto de Ragnarök, la novena transición, la nueva novela de Juan Nadie.



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