jueves, 24 de noviembre de 2016

Pedos, culos y disgenesia



Hace ya algunos años que, por pura casualidad, vi una curiosa película titulada Idiocracia (Idiocracy en el inglés original).

Se trataba de una comedia cinematográfica del año 2006 que, en clave de humor, realizaba una dura y cínica crítica a la cultura norteamericana, a la que retrata como antiintelectual, insensible a los problemas medioambientales, entre- gada a un consumismo desbocado, saturada por el márquetin, dominada por las grandes corporaciones y adicta a la comida basura.

La película cuenta la historia de Joe Bauers, un soldado del ejército de los Estados Unidos que no era precisamente el más espabilado de todos. Como su muerte no supondría una gran pérdida para el ejército, es seleccionado para hacer de conejillo de indias en experimentos militares sobre hibernación con los soldados. Pero el jefe científico a cargo del proyecto es arrestado por un escándalo de prostitución, la base militar clausurada y el experimento olvidado, sin que nadie se preocupe de descongelar al desdichado héroe.
Joe Bauers, junto con una prostituta que también participó en el experimento, se quedaron allí, en las ruinas del laboratorio, durmiendo el sueño de los infelices, hasta que son descongelados por puro accidente 500 años más tarde.
Los protagonistas se despiertan para encontrar un futuro distópico, en el que la selección natural no ha favorecido a los más inteligentes, sino a los más tontos. Durante siglos, la gente culta e inteligente apenas tuvo hijos, mientras que todos los papanatas traga-hamburguesas se reprodujeron como conejos. Eso ha dado lugar a una humanidad idiota, ignorante y retrasada.
En un mundo así, Joe se convierte en el hombre más inteligente del planeta y el único que puede salvar a la humanidad del desastre. 


En una de las primeras escenas de la película, poco después de que nuestro héroe se despertase en ese futuro de idiotez rampante y campante, se mete en un cine para ver la película más taquillera del momento. La peli se titula «Culo», así, a secas, y consiste en un primer plano de un culo, durante 90 minutos, con alguna ventosidad ocasional. La peli arrasó en los Oscar de ese año, el 2505, donde ganó incluso el Oscar al mejor guion.
Aquí se puede ver dicha secuencia de la película:


Idiocracia no será la mejor película de la historia, pero lanza un mensaje que te hace pensar en el camino trazado por la cultura actual. Aunque se centra en la sociedad estadounidense, sus premisas son aplicables a cualquier país occidental de la actualidad, incluidos los futboleros y telecinqueros de nuestra piel de toro.
La película tuvo cierta controversia durante su estreno, y la productora decidió darle muy poca publicidad e hizo una distribución muy limitada en los USA. Nadie dio explicaciones al respecto, pero todo apunta a que el tono despectivo y crítico hacia la cultura norteamericana podo haber levantado alguna ampolla que otra. Además, le película entraba de lleno en un tema más bien polémico: la disgenesia.
La disgenesia es el término puesto a la eugenesia, término este último que hace referencia a la mejora de los rasgos hereditarios de los seres humanos mediante métodos selectivos de reproducción, en los que se seleccionase a las personas más fuertes, sanas e inteligentes. La eugenesia ha sido tachada de inmoral y pseudocientífica, y ha sido usada y abusada por algunas ideologías de pésimas consecuencias en nuestra historia más reciente. 

Por el contrario, y desde un punto de vista biológico, la disgenesia supondría la selección de variables genéticas negativas. Se ha utilizado para hacer referencia a la reducción de la presión de la selección natural sobre el hombre actual. El hombre primitivo vivía en un ambiente duro y hostil, que le obligaba a aguzar el ingenio para poder sobrevivir. Pero en la sociedad tecnológica actual, los seres humanos ya no sufren esta presión, con lo que ya no se selecciona a los mejor capacitados y, en conjunto, se produce una disminución de la «calidad» del acervo genético de la especie. Una idea también muy dada a la controversia y al debate.  
Terrenos escabrosos donde los haya.
En los clásicos de la ciencia ficción, como 1984 y Un mundo feliz, se nos retrata un futuro distópico, oscuro, canalla y terrible; donde la parte más negativa del ser humano ha alcanzado su culmen. 
Pero… ¿y si el futuro de la humanidad fuese más idiota que cruel? ¿Más incoherente que despiadado?
Buena cuestión para rascarse un rato las meninges.
Pues estaba yo el otro día navegando por esos mundos de internet cuando me topé con esto

https://vimeo.com/191443906
 Un vídeo de 20 segundos, titulado Flatulencia bajo el agua (Underwater Flatulence) en el que se puede apreciar exactamente lo que el título reza: un culo bajo el agua soltándose un pedo. Eso sí, grabado a cámara lenta (120 fotogramas por segundo) y con música operística de fondo.
Por supuesto, el vídeo tiene ya millones de visitas.
Incluso hay por ahí algún artículo que alaba y ensalza las virtudes artísticas del vídeo y de su autor. Las alabanzas aluden al sentido de libertad que invoca el vídeo, al uso histórico del pedo como vehículo de la sátira, a la falta de censura de la obra y al hecho de recurrir a un humor puro y desnudo, sin ataduras creadas por el pudor, la vergüenza o los convencionalismos sociales.
La verdad es que el vídeo es bonito. Resulta estéticamente agradable y, dado la temática del mismo (todo lo relacionado con los cuescos hace reír), mueve a la risa y al humor. Y ya se sabe que la risa y el humor siempre conllevan un aumento del bienestar.
En resumen, que el pedete bajo el agua resulta simpático, sin lugar a dudas. Los argumentos en su favor no son fáciles de refutar.
Cuando acabé de ver el vídeo por primera vez se me quedó la consabida sonrisa bobalicona y satisfecha en la cara.
Pero entonces recordé la escena del culo en la peli Idiocracia.
En ese momento sentí en las entrañas una punzada de desasosiego que a punto estuvo de convertirse en un conato de puro terror.
¿Habremos comenzado ya el camino hacia la disgenesia?
¿Soy más tonto que mis ancestros?
Cuestiones de lo más inquietantes.
Y tú, querido lector, ¿consideras que la humanidad bien vale un buen pedo?


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