jueves, 11 de enero de 2018

Entrenamiento Zombi (lección 5)

¿Quieres ser funcionario del Ministerio Zombi?
¿Quieres ayudar a tu país en la lucha contra la pandemia?

La SECOP (Secretaría de Estado para el Control de Plagas) te necesita.


Para ser contratado por la SECOP no necesitar sacar unas oposiciones, pero tendrás que someterte a un intenso y especializado entrenamiento.

Aquí puedes hacerte una idea de en qué consiste ese entrenamiento que te convertirá en un experto en la defensa anti-zombis.

Lección 1 

Lección 2

Lección 3

Lección 4 

__________________________________________________



https://www.wattpad.com/498926222-entrenamiento-zombi-lecci%C3%B3n-1

 

Entrenamiento Zombi

Lección 5

Parte del entrenamiento en el centro de Tres Cantos fue aprender a usar un arma de fuego. Como funcionarios de la SECOP, con posibilidad de ser destinados a zonas infectadas, una de sus prerrogativas y obligaciones sería el llevar pistola, bien guardada en su funda sobaquera, que sólo debían usar en casos de extrema necesidad y, en caso de ser posible, bajo supervisión de personal militar o de las fuerzas de seguridad del estado.
Antonio no había tocado un arma de fuego en su vida. No era aficionado a la caza ni a ningún tipo de evento social o deportivo que implicase tirar de un gatillo. Ni siquiera tuvo una escopeta de balines y aire comprimido cuando era niño. Sin embargo, el entrenamiento con la USP Compact le resultó, para su sorpresa, de lo más agradable. Incluso tonificante.
Aprendió a insertar el cargador lleno de balas, a retraer la corredera y colocar un cartucho en la recámara, soltar el seguro con el pulgar, apuntar sosteniendo el arma con las dos manos y a apretar el gatillo. Le gustaba notar como el martillo percutor se soltaba de su diente de enganche, golpeaba el colote y provocaba la ignición del combustible que originaba el disparo. Sentía la fuerza del retroceso que impulsaba hacia atrás a la corredera y veía con el rabillo del ojo como el casquillo era expulsado por la abertura, permitiendo que una nueva bala accediese a la recámara.
Le daba una sensación de seguridad y poder que le resultó inquietante y adictiva al mismo tiempo.
Las prácticas de tiro se realizaron en un gran patio trasero rodeado por altos muros. Los alumnos dispararon sobre dianas circulares pegadas en tablones de madera vieja a medio pudrir. Expresaron sus dudas ante la escasa utilidad de entrenarse únicamente con blancos inmóviles, pero el instructor alegó que ellos eran funcionarios, no soldados. Aprender a manejar una pistola sin volarse los dedos de los pies era todo lo que necesitaban aprender.
Poco antes de ser enviados a su destino, a Antonio y sus compañeros les entregaron una Heckler & Koch USP Compact, una pistola semiautomática con munición de calibre 9 mm Parabellum, que era el mismo arma usado por el Cuerpo Nacional de Policía. Además del arma, también les dieron dos cargadores llenos, cada uno con capacidad para 13 balas. Perder, vender, regalar y hacer un uso inapropiado del arma o los cargadores se consideraba falta grave, sujeta a las acciones disciplinarias pertinentes.
Sin embargo, la munición que recibirían los estudiantes de Tres Cantos no sería munición estándar, sino que se trataba de balas de punta hueca.
—¿Es alguien capaz de decirme por qué les proporcionaremos balas de punta hueca? —preguntó Federico López de Aguirre.
Siete cabezas negaron casi al unísono.
—Una bala de punta hueca se aplasta al entrar en contacto con el blanco, en este caso el cuerpo de un zombi. La punta se expande formando una especie de champiñón, lo que frena su penetrabilidad, pero expande su área de daño. Es decir, causa lesiones más anchas y destructivas, a la vez que incrementa su poder de parada.
—¿Sabe usted lo que es el poder de parada de una munición, señorita Morales?
—No, don Federico.
—El poder de parada es la cantidad de energía que una bala entrega al impactar en el blanco. Si la munición traspasa el objetivo, el poder de parada disminuye. En las balas de punta hueca, al expandirse la punta, la capacidad de penetración disminuye, y el blanco tiende a detenerse o caerse. Lo que puede darles a ustedes los segundos necesarios para escapar. ¿Lo comprenden ahora? El objetivo no es matar al zombi. Ya están muertos. El objetivo es que no les alcance a ustedes.
Al oír las palabras del instructor, Antonio sintió como un escalofrío le recorría la espalda.
Entonces empezaron las prácticas de tiro. Ninguno demostró ser un gran tirador. Con la excepción de Elena Peláez que, a pesar de los gruesos cristales de sus gafas, consiguió vaciar casi un cargador completo en el círculo interior de la diana.
El entrenamiento en Tres Cantos fue de lo más ecléctico. Legislación y armamento se mezclaban sin demasiado orden con clases de fisiología.
—El bulbo raquídeo, también llamado médula oblonga o mielencéfalo, es el más bajo de los tres segmentos del tronco del encéfalo o tallo cerebral, que es la mayor ruta de comunicación entre el cerebro, la médula espinal y los nervios periféricos —explicaba el instructor.
En esas ocasiones, Federico López de Aguirre consultaba sin cesar sus notas. Los términos médicos y las explicaciones anatómico-fisiológicas le costaban. La inmovilidad de su gran bigote se acentuaba en esos momentos, evidenciando la incomodidad pedagógica de su portador.
A las preguntas de sus alumnos solía contestar casi siempre con la misma frase:
—No soy médico, señor Galán. Si quiere saber más detalles sobre fisiología zombi, le aconsejo que los dosieres adjuntos en su manual de funcionario de la SECOP.
Una vez más, sus alumnos se preguntaron por qué la Secretaría de Estado para el Control de Plagas había puesto como instructor de sus futuros funcionarios a un hombre que apenas sabía casi nada sobre la mayoría de los temas a tratar. Claro que Federico López de Aguirre había conseguido sobrevivir al ataque zombi. Quizás esa fuese la lección más importante que tenía que enseñarles. Quizás la única que debían esforzarse en aprender.
—El sistema nervioso central de los zombis está reducido a su mínima expresión —seguía el instructor con sus trabucadas explicaciones—. La mayor parte de él, simplemente no funciona. Está tan muerto como el resto de sus apestosos cuerpos.
—En encéfalo, los lóbulos temporales, la corteza cerebral y en general todas las regiones cerebrales en la que residen las funciones superiores del cerebro, están inactivas. Como si alguien hubiese accionado el interruptor de apagar las luces. Ni una sola neurona desprende el más mínimo destello de actividad.
—Así que olvídense de lo que han visto en las películas. Dispararle a un zombi en la frente, además de hacerle un bonito agujero, no tiene efecto alguno. Simplemente le volarán una parte de sus sesos que no le sirve para nada.
—El control de las funciones locomotrices de un zombi, así como de sus sentidos e instintos, que son esencialmente el instinto de cazar y comer carne viva, reside en el bulbo raquídeo, en la medula espinal y en los nervios periféricos. Esto es posible gracias a un mecanismo, aún no muy bien comprendido, que los doctores del Ministerio han dado en llamar transposición nerviosa funcional.
—Si quieren detener a un zombi con un arma de fuego, no le disparen al pecho, ni al vientre ni a la cabeza. Los órganos que allí residen son del todo prescindibles para el zombi. Dispárenle a las piernas hasta partírselas y limitar así su locomoción. O dispárenle a la boca y un poco hacia arriba. A ser posible con una bala de punta hueca. Eso destruirá el bulbo raquídeo y acabará con uno de sus principales centros nerviosos.
—Pero no se confíen. Con el bulbo raquídeo destruido o con la médula espinal dañada, un zombi seguirá moviéndose y seguirá siendo potencialmente peligroso. Sus movimientos estarán descoordinados y no será capaz de seguir su rastro con tanta eficacia. Pero aún será capaz de alcanzarles y morderles si ustedes le dan la oportunidad.
—Incluso en caso de decapitación, un zombi seguirá avanzando. No podrá morderles, desde luego. Pero sus arañazos les infectarán con similar eficacia. La mejor manera de neutralizar un zombi es cortarle la cabeza, los brazos y las piernas. Amontonar los fragmentos con sumo cuidado y prenderles fuego. Sin embargo, si se encuentran en situación de huir frente a un grupo de zombis, les aconsejo que no se detengan a implementar por completo tal procedimiento. Lo mejor es que sigan corriendo.
—¿No sería mejor utilizar granadas? —preguntó Guillermo Lluch con un brillo de niño travieso en los ojos.
—¿De qué cojones está hablando, señor Lluch? —dijo el instructor tras su mostacho.
—Me refiero a las granadas de mano, don Federico. Si la mejor manera de acabar con un zombi es troceándolo, una granada sería más eficaz que una pistola. ¿No le parece?
—Lamento frustrar sus expectativas, señor Lluch —replicó López de Aguirre con algo más de mala leche de lo habitual—. Pero los explosivos portátiles de uso personal se desaconsejan en el caso del funcionariado civil no especializado. Causan más daños que beneficios.
—Pero…, don Federico…
—Hable, hable, señorita Peláez. No sea tan tímida, por Dios.
—Es que…, quiero decir que pienso que… —dijo Elena Peláez con su voz de pajarito—. Si una bala no sirve para mucho a la hora de detener a un zombi, ¿para qué nos van a proporcionar una pistola?
La clase asintió en conformidad con la pregunta de su pequeña y pecosa condiscípula.
—Para que usted pueda decidir qué hacer con esa última bala, señorita Peláez.
Los miembros de la clase tardaron un par de segundos en ser por completo conscientes del significado de las palabras del instructor.
El estremecimiento de pánico fue para Antonio como un puñetazo en la boca del estómago. La USP Compact 9mm que la SECOP ponía amablemente a su disposición no era tanto para los zombis como para ellos mismos. La solución definitiva a una situación desesperada.
Ese día ya no hubo más bromas en clase.

_____________________________________________

Fragmentos de la novela IBERIAN PARK, la respuesta zombi a la crisis, en concreto los correspondientes los capítulos Palco.1, Palco.2 y Palco.4.
En estos extractos podrás conocer el entrenamiento estándar al que son sometidos los funcionarios del Ministerio Zombi.
https://relatosdejuannadie.blogspot.com.es/2014/07/iberian-park-la-respuesta-zombi-la.html
Una novela única que te permitirá contemplar la Matrix a la que estás enchufado sin remedio (el sistema monetario) desde una perspectiva diferente.
Y sí, como en toda buena novela de zombis, encontrarás tripas y sesos desparramados a mansalva. Y muchas otras cosas más que no te imaginas.
Pincha en la portada de la novela si quieres saber más.

Puedes encontrarla tanto en formato papel como electrónico y también en Amazon.

No hay comentarios:

Publicar un comentario