lunes, 8 de enero de 2018

Entrenamiento Zombi (lección 4)

¿Quieres ser funcionario del Ministerio Zombi?

¿Quieres ayudar a tu país en la lucha contra la pandemia?

La SECOP (Secretaría de Estado para el Control de Plagas) te necesita.


Para ser contratado por la SECOP no necesitar sacar unas oposiciones, pero tendrás que someterte a un intenso y especializado entrenamiento.

Aquí puedes hacerte una idea de en qué consiste ese entrenamiento que te convertirá en un experto en la defensa anti-zombis.

Lección 1 

Lección 2

Lección 3 

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Entrenamiento Zombi

Lección 4

—Un zombi no respira, su sangre no circula. Por lo tanto, no hay transporte de oxígeno ni de nutrientes. Su cuerpo funciona gracias a un mecanismo de fermentación anaeróbica y difusión por ósmosis —explicó el instructor Federico López de Aguirre a sus alumnos en el centro de instrucción de la SECOP en Tres Cantos.
El mostacho del instructor llegó incluso a temblar ligeramente, denotando así la dificultad que tenía su dueño a la hora de pronunciar las palabras y conceptos que trataba de explicar a sus alumnos de Tres Cantos.
—¿Cómo funciona eso exactamente, don Federico?
La mirada del ex sargento de la Guardia Civil estuvo a punto de derretir al inconsciente miembro de la clase.
—No soy médico, señor Lluch. Así que no me pregunte detalles sobre cosas científicas ni como coño es posible que un zombi haga lo que hace. Pero según me han contado, los chicos del laboratorio están tratando de desentrañar los misterios de la fisiología de esos malditos come-personas. Si desean conocer más detalles, léanse los memorándums en su dosier.
Federico López de Aguirre podía tener el bigote más mostachoso de todas las fuerzas armadas. Pero como instructor y profesor, sus habilidades eran firmes y contundentes, y de una nulidad que rayaba la perfección. Cuando no sabía algo, lo que ocurría bastante a menudo, simplemente vetaba cualquier intento de sus pupilos en seguir cuestionando sobre el asunto.
El instructor se paró unos segundos para releer sus notas antes de continuar con sus explicaciones.
—El metabolismo anaeróbico del zombi produce la acumulación de los ácidos lácticos y úricos en articulaciones y tendones. Eso podría explicar los desmañados y aparentemente torpes movimientos de los zombis. Sin embargo, esto no afecta en absoluto a su movilidad, pues son incapaces de experimentar el dolor que la acumulación de dichos metabolitos ocasionaría en las articulaciones de personas vivas.
Federico levantó la vista de los papeles que tenía en la mano, los dejó sobre la mesa, y paseó su mirada de hielo por toda la clase.
—No se dejen engañar por su aspecto de tontorrones aturdidos. Cuando no hay presas cerca, los zombis parecen simplemente marionetas idiotas deambulando sin objetivo. Probablemente eso es todo lo que hacen.
—Pero un zombi tiene un olfato fino como el de un perro. En cuento les huelan, se les echarán encima con una rapidez sorprendente. Y no cesarán en su empeño. Un zombi no sabe usar una escalera de mano, pero puede subir por ella si ya está colocada. Pueden correr, saltar, agarrar y sortear pequeños obstáculos. Si no interponen una barrera importante entre ustedes y ellos, tengan por seguro que los alcanzarán.
La clase prestaba suma atención a las explicaciones del instructor, que todos suponían basadas en la experiencia personal del ex guardia civil.
—Olvídense de lo que han visto en las películas. Los zombis no andan como sonámbulos con los brazos hacia adelante y gruñendo por lo bajo. Los zombis no emiten ningún tipo de sonido. No entra aire en sus pulmones. Ni gruñidos, ni rugidos, ni gritos ni ronquidos. Si no los oyen venir, lo siguiente que oirán será el chasquido de sus dientes al morder la carne fresca. La carne de ustedes.
—Los zombis no se organizan. No tienen líderes, ni jefes ni centros de mando. No planean estrategias. Su fuerza está en su número y en su determinación. Su objetivo es único y el mismo para todos: devorarnos.
—A los zombis no se les puede derrotar por asedio, ni por hambre ni sed. Ni tiene efecto alguno contra ellos la guerra sicológica, la manipulación informativa ni el chantaje. No hay posibilidad de negociación, intercambio de prisioneros ni firma de acuerdos. Contra los zombis sólo hay dos posibilidades: o caen ellos, o caen ustedes.
—De forma instintiva, los zombis atacan las partes más vulnerables y vitales de sus víctimas. El cuello, la cara, el vientre, los muslos... Pero un arañazo o mordisco en cualquier parte es suficiente para infectarse. Olvídense de las tonterías que hayan podido escuchar por ahí. No hay personas inmunes frente a la pandemia zombi. El porcentaje de infección es del cien por cien.
Un día, Federico López de Aguirre entró en clase portando pequeñas botellas de agua. Dejó una frente a cada alumno, sobre la mesa, junto a una píldora alargada de color rosa pálido. Después conectó el portátil al proyector y bajó las persianas del aula. Los alumnos se miraron unos a otros con expresiones de extrañeza.
—¿Qué es esto, don Federico?
—¿Usted qué cree, señor Lluch?
—Pues… parece una píldora.
—Muy agudo por su parte, señor Lluch. Veo que la SECOP ha hecho una magnífica adquisición con usted.
Federico encendió el proyector, se sentó en la esquina de su mesa y hojeó unos segundos sus notas.
—La píldora que les he colocado sobre la mesa es para que se la traguen, por supuesto. Y la botellita de agua es para ayudarles en la empresa. Así que adelante, tómense la pastilla.
Los alumnos dudaron.
—¿Qué tienen estas pastillas, don Federico?
—Algo que les ayudará.
—Sí, pero…
—Ni peros ni hostias. Tráguense la puta pastilla de una vez.
Poco a poco, todos obedecieron. Aunque la tensión en el aula parecía haberse hecho casi sólida.
El instructor leyó sus notas.
—Lo que acaban de tomar lleva un cóctel con diversos fármacos. Entre ellos se encuentran inhibidores de la recaptación de serotonina, bloqueadores beta, benzodiacepinas, antagonistas alfa-adrenérgicos y glucocorticoides. Tiene efectos ansiolíticos, antidepresivos, calmantes y estabilizadores.
La inquietud y el desconcierto se dibujaron en las caras de los alumnos.
—Les ayudará para reducir el estrés, la ansiedad, irritabilidad, cambios degenerativos de humor, insomnio, disminución de la libido, malestar psicológico y depresión. Es decir, les ayudará a suavizar las pesadillas y los malos rollos asociados a las personas que sufren trastorno por estrés postraumáticos.
Los rostros seguían perplejos.
—El trastorno por estrés postraumático —continuó el instructor—, también llamado TEPT, es una afección sicológica como consecuencia de la exposición a un evento traumático de orden físico, acompañado con una severa reacción emocional. La píldora que acaban de tomar tiene tanto efectos preventivos, para reducir el impacto de la exposición traumática antes de que esta ocurra, como paliativos después de la misma. Son comprimidos anti TEPT, por los que, obviamente, se les llama píldoras ATEPT.
El silencio zumbó en la clase.
—¡No sean estúpidos y no me miren con esa cara, coño! ¿Dónde se creen que están? Ahora trabajan para la SECOP. Tarde o temprano tendrán que lidiar con personas afectadas por la pandemia zombi. Incluso quizás tengan que lidiar con los propios zombis. Aunque espero por su bien que eso no les llegue a ocurrir nunca. Las pastillas les ayudarán a no perder la chaveta.
—¿Tenemos que tomar estas pastillas cada día?
—No diga tonterías, señorita Morales. ¿Qué quiere, convertirse en una puta adicta al Prozac, los ansiolíticos y los antidepresivos? Las píldoras las tomarán cuando las circunstancias así lo requieran, para lo que serán oportunamente informados por sus superiores. Claro que aquellos de ustedes destinados al sur del paralelo harán bien en tenerlas a mano. Pero no abusen. Aunque su trabajo tiene plus de peligrosidad, la seguridad social no va a pagar por todas sus miserias.
—¿Y por qué nos ha hecho tomar hoy estas pastillas?
—Porque consideré que serían de cierta ayuda antes de que vean lo que quiero mostrarles.
El profesor apagó las luces de la estancia y activó la proyección. 
Como casi cualquier persona en el planeta con acceso a un televisor o a internet, los alumnos de Tres Cantos habían visto multitud de vídeos sobre la pandemia zombi en Andalucía. Pero el Ministerio del Interior y la SECOP parecían estar en posesión de una colección de especial truculencia. Eran en su mayoría grabaciones tomadas por cámaras de seguridad en aparcamientos y centros comerciales. Las últimas palabras de víctimas rodeadas por zombis pocos minutos antes de caer en manos de los monstruos.
Dos de los alumnos tuvieron que abandonar la clase en medio de la proyección y correr al baño para no vomitar delante de sus compañeros.
Esa noche, apenas hubo conversaciones durante la cena.
En esa cena, la mayoría de los comensales dejaron la comida intacta sobre los platos.
Pero el malestar físico o psíquico de los estudiantes no era óbice para interrumpir las clases.

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Fragmentos de la novela IBERIAN PARK, la respuesta zombi a la crisis, en concreto los correspondientes los capítulos Palco.1, Palco.2 y Palco.4.
En estos extractos podrás conocer el entrenamiento estándar al que son sometidos los funcionarios del Ministerio Zombi.
https://relatosdejuannadie.blogspot.com.es/2014/07/iberian-park-la-respuesta-zombi-la.html
Una novela única que te permitirá contemplar la Matrix a la que estás enchufado sin remedio (el sistema monetario) desde una perspectiva diferente.
Y sí, como en toda buena novela de zombis, encontrarás tripas y sesos desparramados a mansalva. Y muchas otras cosas más que no te imaginas.
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